Siembra tu carácter y cosecharás tu destino.

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Cuantas cosas leemos que nos hacen vibrar, que nos muestran el camino de lo que queremos ser, de las cosas que queremos mejorar, pero siento deciros que sólo leer para mejorar no sirve para nada… excepto si uno decide aplicar algo. La acción es lo más importante. El proceso de aprendizaje consta de 3 fases: recibir información, aplicarla y crear el hábito. Aplicar las cosas es un avance pero aplicarlas durante un tiempo verdaderamente significativo para que se conviertan en una hábito de tu comportamiento es lo verdaderamente valioso.

Siembras un pensamiento y cosechas una acción. Cosechas una acción y siembras un hábito. Siembras un hábito y cosechas un carácter. Siembras un carácter y cosechas un destino.
Siembras un pensamiento y cosechas una acción.
Cosechas una acción y siembras un hábito.
Siembras un hábito y cosechas un carácter.
Siembras un carácter y cosechas un destino.

Normalmente cuando aplicamos algo por primera vez nos cuesta mucho porque salimos de nuestro círculo de confort, área de dominio y rutina donde estamos cómodos y acostumbrados, fuera de ahí el inconsciente nos proporciona excusas y razones para no intentarlo. Sólo cuando ha pasado suficientemente tiempo y hemos dedicado a ello el tiempo necesario estas nuevas pautas de comportamiento se convierte en hábitos, entonces actuamos sin pensar.

Nuestro cerebro crea hábitos a través de caminos neuronales, un “ recorrido” de neuronas que nuestro cerebro tiene establecido por repetición entre estímulo recibido y respuesta accionada. Por ejemplo, cuando recibimos un estímulo externo a través de nuestros sentidos, por ejemplo, al encontrarnos en un atasco, la mente tiende a actuar como lo hacemos normalmente, poniéndonos nerviosos, enfadándonos siguiendo el camino neuronal. La buena noticia es que podemos crear nuevos caminos neuronales. Si dejamos de consentir un comportamiento o una emoción durante un tiempo lo bastante largo la conexión neuronal se debilitará y la pauta desaparecerá.

También es importante entender que podemos modificar nuestros hábitos pero no de manera radical porque el temperamento con el que nacemos es genético y no lo podemos cambiar. Pero sí podemos actuar sobre el carácter que es aprendido y modificable. Ambos, temperamento y carácter forman nuestra personalidad llena de hábitos que forman nuestra actitud. Para desarrollar un hábito tendremos que poner en juego 3 elementos: deseo, capacidad y esfuerzo, querer hacerlo (1), descubrir cómo hacerlo (2) y hacerlo hasta lograr que sea un hábito y forme parte de nuestro carácter (3).

Documento adaptado por Cristina Oroz Bajo

Fuente original: “El Efecto Actitud” La gestión del entusiasmo en la vida personal y profesional por Victor Küppers, 2006.

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